Senderos de Luz

Senderos de Luz
Y a lo largo del camino, la naturaleza fluye dejándonos mil aromas diferentes, a cual más agradable para nuestros sentidos. Cuidemos con sobremanera lo que la vida tan limpio nos regala y seamos tan bien agradecidos de marcharnos dejándole el antiguo regalo mucho más cuidado y mejorado, como buenos hijos a una buena madre.

martes, 16 de agosto de 2011

Moisés y la Liebre


Cuando Moisés despertó de pronto, se encontraba al pie de un hermoso árbol que con su sombra, le cobijaba en aquella tarde de agosto. Extrañado, volvió su cabeza de un lado al otro buscando algo reconocible para él en aquel entorno.

Sólo tenía noción de hallarse en el pinar situado en la falda de la montaña y que rodeaba a ésta. El aire era limpio gracias al aroma de los pinos y del musgo que crecía a sus pies.


Aún sin saber cómo llegó hasta allí, aquel muchacho de doce años se sentía cómodo. Tomó asiento sobre una roca elevada y se dispuso a contemplar el valle que discurría bajo su vista y se perdía en el horizonte.


-”Que maravilla ver este cielo tan azul, esta brisa tan limpia y este aroma -pensó mientras cerraba sus ojos, saboreando el contenido de sus propias palabras- ¿Acaso no es una bendición despertar así?”
 

Cuando abrió de nuevo sus ojos, se sintió observado y girando su cuerpo sentado, se halló frente a una liebre que le miraba sorprendida.


-¿Y tú quién eres ? -preguntó la liebre ante la sorpresa del muchacho.
-Soy Moisés -respondió- pero, ¿cómo puedes hablar?
-No es ninguna maravilla que yo hable, sino que tú me entiendas, eres el primer humano que me responde y eso sí que es singular -se mofó la liebre levantando una ceja.

-Y… ¿Tienes nombre o te digo sencillamente Liebre? -se mofó esta vez Moisés.

-¿Acaso piensas que las liebres no tenemos nombres? El mío es Naxara  y soy la Guardiana del Monte de la Luz, que es la tierra que pisas.


-Que bonito nombre tiene este lugar. ¿Quién se lo puso?
-Todos decimos en el valle que éste monte se reserva a la Pureza en toda la extensión de la palabra. Somos responsables quienes aquí vivimos de preservar lo que Dios nos dio en su día y no tomar sino lo que es necesario para vivir y no pedir sino lo que nos basta para ser felices.


-¿No hay nadie que fabrique para vosotros?, ¿Nadie trabaja la tierra?
-Cada día fabricamos o trabajamos la tierra, o limpiamos el bosque. Nadie está holgazaneando aquí, incluso ahora, yo estoy trabajando puesto que como Guardiana, debo preocuparme de qué haces aquí.


-No veo humo de fábricas, ni cables para la luz, ni carreteras cruzando el valle y menos aún, vehículos cruzándolas.


-¿Quién dijo que no se fabrica? Mi primo el castor está ahora mismo haciendo una presa para contener el agua del rio y que ésta pueda regar en el valle para que florezca. Hay luz en el día y la noche aquí es tan limpia, que las estrellas y la Luna nos arropan cada noche desde su claridad. Los senderos sirven a nuestras patas y los cielos a quienes se sirven de alas.


-¿Y quién os gobierna, quién es aquí el rey?
-Nos gobiernan las leyes de la Naturaleza, Moisés.
Las leyes naturales se rigen por el respeto a la vida, por el bien común, por el bienestar del individuo y del grupo, y la obligación social para con los débiles y enfermos. La Naturaleza no es sólo un conjunto de individuos, de especies animales y de plantas, sino una obra hecha para todos por Dios, con la que nos enseña el bienestar del bien y la pesadumbre del mal.



Desde que existe el mundo, cada especie tiene una labor, a veces más o menos evidente, pero hasta una simple lombriz ara el interior de la tierra, la abeja se ocupa de hacer florecer el polen de las flores. Imagina que hasta el cuervo limpia cuando se alimenta.
Sólo una especie vive para sí misma, y esa es la humana. No existe animal más voraz en sus apetitos, egoísta en sus pretensiones y ególatra porque se cree dueño, señor e incluso rey de la Creación.
-No te dejas detalle criticándome, Naxara.



-No te critico a ti, Moisés, sólo abro tus ojos para que veas más allá de lo que te enseñaron y con ejemplos respondo a tus preguntas.
La vida no debería ser una carrera para nadie, sino un ir de la mano con los demás, porque quien corre no ve sino lo que tiene delante y no disfruta de lo que tiene a su lado y menos de lo que dejó atrás.

Ahora, échate de nuevo bajo el pino y descansa que ya llega la noche. Disfruta de la puesta de sol y el renacer de las estrellas y de la luna plena. Mañana verás el mundo con otros ojos.

Moisés se acercó de nuevo al viejo árbol y se dejó caer en él, deslizándose sobre su espalda. El sol iba desapareciendo por el poniente entre destellos rojizos cayendo por el horizonte mientras surgían estrellas a medida que el cielo oscurecía.





Le sobresaltó el claxon del autobús y así despertó en la marquesina de la parada del bus, sentado en aquella banqueta metálica mientras el conductor riéndose le decía:

-¡Eh, Moisés, despierta chaval, que hay que ir al colegio! Monta de una vez, dormilón.

Instintivamente agarró sus libros y subió al autobús. Se sentó solo, no quería hablar con nadie, sólo trataba de retener en su cabeza lo que parecía un sueño pero que en su mente era tan real.


Buscó entre sus cosas algo que le mantuviera entretenido y sacó una pequeña revista de su cartera que nunca había visto. La abrió extrañado de no recordarla, pero lo que dilató sus pupilas fue el artículo que rezaba bajo la foto de una liebre:


“Vida animal y costumbres”
Por Naxara de la Luz







Imágenes: Internet

Autor
Alfredo Varela